Bienvenidos a mi pueblo...

Contador de visitas


Estadisticas web

09 noviembre 2008

ESTUDIANTINA RURAL

 

Abigail estaba muy contenta, ella nunca en todos sus años de estudiante había logrado ser elegida reina de su curso, estaba que explotaba. Convencidísima de su cargo, estaba dispuesta a defenderlo con uñas y dientes, no se iba a dejar arrebatar la corona sin presentar lucha; pero claro, el destino había jugado a su favor ese año, desde que se cambió a la escuelita rural, era ella la única nena de su curso, aunque nunca estaba de más un poco de postura firme, sus compañeros podrían ser muy variables a esa edad, en segundo grado. Sin embargo Abigail tenía una gran ventaja frente a sus posibles contrincantes, era la hija de la maestra Adriana.

Ya en primer grado el asunto era diferente, las cosas se caldeaban un poco, aquí las nenas ya eran tres, y Evelin tenía mucha influencia en los directivos, ya que todos los días la maestra Fabiana le pasaba a buscar de la estancia para ir a estudiar, y eso la convertía en algo así como la “protegida”. Pero no todo estaba dicho, ya que alguna de las sobrantes podría ostentar el reinado de cuarto grado, por ejemplo, donde eran cuatro varones, y ya habían acordado, después de largas tertulias, que ninguno de ellos sería el coronado, sino que elegirían a alguna chica del primero, donde abundaban. Además, para la grata afortunada sería muy ventajoso demostrarle a Evelin que ella no necesitaba ser reina precisamente de su mismo grado, que estaba representando a uno mucho más avanzado, como que de más categoría.

Para tercero, quinto y sexto ya no habían tantas dificultades, ya que seguramente lo harían de la misma forma que lo venían haciendo los últimos tres años desde que la maestra Fabiana propuso hacer la fiesta de la primavera en la escuela, y ya las reinas estaban preseleccionadas de antemano, para fortuna o desgracia de las mismas; sólo habían una nena en cada curso. A alguien de sexto se le ocurrió, para variar un poco, seleccionar a la nena de primero que restaba, pero en deliberación decidieron que no podrían dejarse representar por una persona cuyos conocimientos no se explayaban más allá de la suma de dos cifras.

- Es más –dijo Carlitos– seguro que ni siquiera sabe la regla de tres simple.

Y Claro, tenía razón, aparte la banda que tenían pensado usar los chicos para su reina, seguramente le quedaría grande a otra, y era la del abanderado, Miguel, que no muy convencido se vio obligado a ceder cuando le amenazaron de dar rienda suelta a su caballo cuando llegue a la escuela al otro día. Firulete era un muy lindo alazán como para dejarlo ir por los campos ajenos, sabiendo de antemano que recuperarlo sería una tarea de riesgo; aunque conceder así nomás parte del símbolo que le había conferido la Patria por sus notas, conducta y un poco de coimas a la maestra con pastelitos y panes caseros, merecía algo de oposición. De todos modos pudieron llegar a un arreglo entre Miguel y la Pocha -nadie sabía su verdadero nombre, excepto las maestras-, que era la reina,  cuando ésta accedió a cambio de la banda, otorgar a Miguel una docena de huevos caseros, dos cuises guachos que habían en su quinta, y media docena de naranjas de ombligo, su debilidad.

La fiesta comenzó a eso de las tres y media de la tarde, porque primero iban a dar un poco de clases. La maestra Adriana acercó el auto y puso su cassette de Bosque Chocolate, edición limitada de 1996. Se pudrió todo cuando el pasa cassette se trabó y no había caso de soltar la cinta, claro, un valiente el aparato, prefirió atragantarse todo con eso antes que hacer sufrir a los pobres chicos con “la farolera tropezó...”, “el payaso plim plim...” y similares; después dicen que las máquinas no tienen emociones.

Lo cierto es que, a falta música funcional, las maestras se vieron forzadas a gastar sus últimos mensajes de texto de promoción con los programas radiales de la emisora AM –la única que se oye por esos pagos-, y dándole la posibilidad a los chicos de elegir los temas. Se armó un debate tremendo entre los defensores del folklore correntino, y los del folklore porteño contemporáneo.

- El chamamé escuchamos todo el día –se refirió Gumersindo del quinto-, un poco de cumbia de vez en cuando no hace nada.

- Pero eso dice malas palabras, habla de guampeadas y cosa así –refutó el Cachito del mismo curso.

- ¡Ah! ¿Y “Ay Ruperta” qué es entonces? ¿Eh, qué es? –como tocado por el comentario, se defiende Pedrito desde el tercero.

Ahora, el asunto se les escapó de las manos, cuando al comité de emergencia formado por aquellos alumnos que no tenían marcas de golpes en la cara derivados de la situación, resuelve poner en reconsideración el asunto de la música, nuevamente con las maestras.

Lo sorprendente del asunto fue la facilidad y la rapidez con la que los pequeñitos aprendieron los célebres pasos de Michael Jackson, Jhon Travolta y otros grandes de los ’70 y ’80 –como era de esperarse, las maestras solicitaron sus músicas-.

La fiesta se prolongó hasta altas horas de la tarde, hasta eso de las 5:00, 5:30, después de haber elegido a la Miss Estudiantes durante un controvertido acto. Abigail, que estaba muy segura de sus “contactos” en los directivos de la institución, rompió en llanto y bronca cuando el Intendente del paraje cercano –quien siempre colabora con dulces y regalos para los chicos en fiestas escolares-, que en esta ocasión se encontraba posesionado de su compromiso de locutor a cargo, bautiza como gran vencedora –haciéndose acreedora de un juego de peluquería infantil- a nada menos que Florencia, la reina prestada del cuarto grado. El despelote no tardó en presentarse:

- ¡Ella no puede, no es de ese grado! –protestaban los del sexto, que también estaban seguros de vencer con su reina que se vino hasta maquillada con los labiales que había logrado conquistar de su madre-.

- Sí, sí, puede sí –reacciona el Intendente mientras otorga el premio a la vencedora quien ya está tirando besitos a la multitud desde su tordillo mientras desfila por el patio de la escuela-.

Abigail y Evelin, por entonces, se unían en un solo berrinche mientras zapateaban y rodaban por el suelo, hasta percibir las carcajadas de sus colegas y maestras. Sin embargo, al día siguiente saldría a la luz que la madre de la joven e inocente Florencia, había sido una vez novia del Intendente. La olla se destapó cuando esa mañana la mamá fue a contestarle con una bofetada el “saludito especial” que le había transmitido su hija de parte del señor ese.

Las otras reinitas ya estaban a punto de protestar  al enterarse de las últimas novedades, cuando también les llega a oídos que en el campo donde trabaja la familia de Florencia, donde había nacido un ternerito hace no mucho, lo vieron al mismo muy peinadito y cepillado, y con un moñito rosado en la cabeza. Dedujeron con efectivos fundamentos, que el kit de peluquería ya había sido estrenado.

 

 

Nota:

            Cualquier parecido con la realidad, es intencionalmente mera coincidencia.


© 2007 POR DIEGO PETRUSZYNSKI

No hay comentarios.:

Seguidores