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21 marzo 2013


Procrastinaron.

La desconocida se sentó junto al desconocido en el colectivo. Aunque cada uno en su mundo, se radiografiaron sin mirarse ni tocarse, con solo oírse las respiraciones. La ansiedad comenzó a inundar el aire mientras el colectivo marchaba apurado, y el tiempo desenfrenado. Nadie se animaba a dar el primer paso. "¿Será ella?" se preguntaba él mirando desentendido por la ventanilla. "¿Y si le pregunto?" se indagaba ella sumida en la música de sus auriculares. Se bajaron en la misma parada y compartieron una cuadra el mismo camino hasta la bifurcación. “Capaz era ella”, susurró él, un tanto desganado aunque sin detenerse. “Mirá si era”, pensó ella, agachando la cabeza y apretando el paso. Ambos intuyeron lo mismo, que quizás nunca más se volverían a ver. Y aún a sabiendas de que la duda les carcomería la cabeza algún tiempo, se resignaron a seguir buscando, esperando, al amor de sus vidas un tiempo más. No es tan grande el mundo ni tan corta la vida como para no volver a cruzarse un día de estos, se esperanzaron, pero la reacción puede que vuelva a ser la misma: haragana y postergativa. “Ojalá no haya sido”, imploró cada uno por su lado; hasta cuándo si no, si sí. Ojalá.


© 2013 DIEGO PETRUSZYNSKI

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