Bienvenidos a mi pueblo...

Contador de visitas


Estadisticas web

24 febrero 2009

Señora presidenta:

 

            Usted está haciendo historia, nos está llevando a todo el país a atravesar una situación que con seguridad deberá ser estudiada por nuestros descendientes como la historia marcada por la soberbia, el infantilismo, el resentimiento y el descontento popular. Gracias señora presidenta, por hacernos testigos de una sucesión de hechos históricos sin precedentes, por mostrarnos que el rencor no es un buen sentimiento especialmente cuando está incrustado en el más alto estrato del poder en la Nación. Gracias por mostrarnos que tras el lema de “representativa, republicana y federal” de nuestro país, es posible consolidar un feudo matrimonial que como federalismo entiende “con migo o en mi contra”.

            Usted representa señora, a toda una nación en su sola persona, se ha convertido en la persona más importante del país gracias al sufragio, pero creo que debería rever su concepto de democracia, pues mucho daño nos viene haciendo la forma en la que usted la interpreta, o al menos la ejerce.

            La democracia es un sistema por el cual el pueblo gobierna a través de sus representantes, pero no lo hace a través del sufragio cada cuatro años, el pueblo es soberano siempre, y es está en su derecho como pueblo exigirle atienda sus inquietudes, mientras que es su deber como máxime representante del pueblo todo, ya no de su voluntad electoral, atender y solucionar las exigencias de sus representados.

Usted ha jurado por los Santos Evangelios, por sus creencias más profundas, que observaría y haría observar la Constitución de la Nación Argentina, y sin embargo señora, está ignorando lo que esta declara en su preámbulo mismo, ya que usted como representante del pueblo que la compone (a la Nacíon) no demuestra tener como objeto constituir la unión nacional, más bien parece tener como premisa el “divide y reinarás”. No parece afianzar la justicia, ya que usted hace trato diferenciado entre la gente, cuando nuestra ley magna declara que todos los hombres del mundo son iguales, y además no respeta las instituciones de la república ya que ataca descaradamente a cualquiera que la disienta. Ni hablar de consolidar la paz interior, pues ya ha mostrado que es capaz de hacer soportar al país más de tres meses de paralización del primer sector productivo de la república, fomentando con su omisión a la concertación y el diálogo, a la ira y el agotamiento popular, y nos ha mostrado que dar la otra mejilla no es pretexto aplicable para alcanzar la paz, sino más bien la revancha, es una forma de no perder el maldito honor, o mejor dicho, orgullo que usted y los suyos les domina. Mal ejercen la providencia de la defensa común, ya que quien de ustedes se defienda o les reproche a través de cualquier prensa, es ángulo de sus venganzas, reprimendas e injurias. No promueve el bienestar general, sino el de unos pocos, ya que según su criterio, usted tiene la autoridad de decidir a dedo a quien le va bien y a quien le va mal y si es necesario fraguar guarismos oficiales, lo hace, no tienen escrúpulos. Por último, asegurar los beneficios de la libertad ¿Qué libertad tiene un hombre al que se le niega lo que por derecho le corresponde solo porque no piensa igual que usted, o mejor dicho, porque piensa?

Recuerde señora, que el cargo que ejerce es “para nosotros, para nuestra posteridad y para TODOS los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. ¿Desempeña usted con lealtad y patriotismo el cargo de presidente de la Nación Argentina? La lealtad parece que le debe solamente al partido y no al país, y de patriotismo ni hablar después de la ofensa que le propició al prócer más grande, ofendiendo su memoria y al pueblo yapeyuano, correntino y sudamericano, en un acto de prepotencia, falta de madurez y de cordura. Finalmente, recuerde que en su juramento condiciona a que “si así no lo hiciera (observar y hacer observar la Constitución...) que Dios y la Patria se lo demanden”. Señora, si a su Patria no la escucha y por sobre todo no la respeta ni a ella ni a sus padres, no queda más que invocar la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, con la esperanza de que para él, si tenga oídos.

Tristemente, Diego Petruszynski, 18 años, correntino. 




© 2009 DIEGO PETRUSZYNSKI

Seguidores