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13 marzo 2016

Dos hermanas se encuentran por primera vez gracias a internet y a un programa de radio

Mabel Aranda tiene 45 años y hasta hace un tiempo atrás no imaginó descubrir que su hermano (de 49) y ella no fueron los únicos hijos de Rubén Aranda, fallecido en 2012, sino que había una tercera descendiente. A casi cuatro años de esa noticia, la búsqueda finalmente dio en el blanco. Gracias a las redes sociales y a un programa de radio, Mabel pudo encontrar a su hermana perdida, se vieron por primera vez a través de una videollamada, y ahora preparan el encuentro frente a frente.

Todo comenzó cuando una tía de Mabel, hermana de su padre, le reveló el gran secreto. Antes de partir, el hombre le contó a su hermana que había tenido una hija por fuera del matrimonio, que se llamaba Analía y que era de Corrientes. Desde que tenía dos años nunca más la volvió a ver.
Al momento de enterarse, Mabel no sabía si esta hermana era mayor o menor que ella, si el resto de la familia lo sabía, si había chances de que aún pudiera encontrarla. Decidida, comenzó la búsqueda sin más que un nombre, una postal y otro par de fotos antiguas.
A mediados de la década de los setenta Rubén, su esposa y sus dos hijos vivieron en Alvear, a 450 kilómetros de la capital correntina y en la frontera con Brasil. La familia es oriunda de Fontana, interior de Formosa -donde actualmente reside Mabel-, y Rubén era gendarme. Él ya había estado destinado antes en la zona, de hecho en Mabel nació en 1970 en Paso de los Libres, a 110 kilómetros del lugar.
Tiene recuerdos borrosos de esa época, como los de una pelea entre sus padres, el desdén de su hermano hacia su papá y posteriores reproches por esto el resto de su vida. Su tía le aportó detalles: la pareja llegó a separarse por un breve lapso, la mujer viajó a Buenos Aires y el marido fue a buscarla hasta que se reconciliación. Mabel nunca había tenido claro el motivo de ese episodio, hasta ahora.
“Papito, entre todas las cosas que puedo pedirle al niñito Dios, será que tú me quieras algún día y no me olvides nunca”, arranca la postal que guardó Rubén en el mayor de los hermetismos durante cuatro décadas. “Por sobre todas las cosas pediré por tu felicidad en esta Navidad y para que 1976 sea un año de progreso y muchas alegrías. Chau papito, te espero como siempre. Cariños de mis abuelitos, mamá y de tu hija que te adora de corazón. Analía”. Fechada en diciembre de 1975, la colección de recuerdos la completan tres fotos color, una de un bautismo y dos de una nena sonriente de unos dos años.
Analía Weber, ya de 40, revive el momento en que las incógnitas de toda su vida encontraron por fin un carril, y no puede evitar emocionarse. “Desde que tengo uso de razón sabía que se llamaba Rubén Aranda y que era gendarme, que me vio hasta los dos años aproximadamente. Siempre por Facebook lo buscaba pero no tenía más datos, ni siquiera una foto, sólo el nombre”, explica.
En 1975, los padres de Analía tuvieron una relación de la que ella es el fruto. Lo que la mamá de Analía no supo hasta más tarde fue que el gendarme era casado y ya tenía un casal de 5 y 9 años. Analía creció sin conocer a su padre. “No voy a mentir que muchas veces sentí bronca, si él sabía de mí por qué nunca me vino a ver” se confiesa. “No, no necesitaba su apellido o plata; su rostro, eso quería saber. ¿Quién era, cómo era?”.
Ella creció junto a su mamá y sus abuelos, quienes nunca le ocultaron la verdad. Su mamá jamás volvió a estar en pareja y su abuela fue uno de sus grandes pilares. “Ella siempre me decía su nombre y mi madre cuando empezó lo de Facebook me decía que lo busque, pero sin pruebas era difícil”, comenta.
Por el lado de Mabel la búsqueda comenzó errática, sin más datos que un nombre, un lugar y una fecha: “Alvear, 1975”. Su principal fuente fue internet, y las redes sociales. Dio con un grupo de compra y venta de Alvear en Facebook, se contactó con el administrador del grupo y le pidió permiso para difundir por allí su búsqueda. Este le derivó a un conocido vecino y conductor radial del pueblo, José Sosa. Apenas Mabel lo contactó, José tomó el caso con especial compromiso. Su programa “Campamento Aguapey” se emite hace quince años por LT21 Radio Municipal Alvear, los sábados a la mañana. José decidió investigar discretamente durante la semana, preguntando aquí y allá, tratando de atar cabos con los pocos datos que Mabel le había dado. Ya el sábado y con un par de posibles indicios, contó sin muchos pormenores la historia buscando algún oyente que se haga eco y aporte más. Obtuvo lo que esperaba: “Hablá con esta señora, esa es su historia”, le dijeron. Y efectivamente, José fue a hablar con la mamá de Analía quien corroboró el relato de inmediato.
Esa tarde Analía se apresuró a la casa de José, ya avisada por su madre, para oír de primera mano lo que había esperado años. Enseguida él arregló una videollamada vía Facebook con Mabel, a más de 750 kilómetros y 40 años de distancia, y fue testigo del encuentro. “Fue muy fuerte, por supuesto yo también me emocioné; se saludaron, pero luego comenzaron a llorar las dos”, recuerda.
Mabel describe a Rubén como un padre cariñoso, muy presente. “Siempre quiso lo mejor para nosotros”, cuenta, y también que era muy estricto en cuanto a la educación. “Creo que ser militar lo hacía ser así, y era muy honesto”, agrega. “Creo que mi papá tuvo miedo a mi rechazo o que me enoje con él” reflexiona cuando es consultada sobre por qué nunca le habría tocado el tema.
“¿Porqué nunca me vino a ver?” se pregunta de nuevo, como desde que tiene memoria, Analía. “Son muchos los porqué, ¿una vez en la vida, por qué no me buscó?” repite entre la congoja y también la satisfacción de que, en definitiva, es un capítulo de su vida que comenzará a tener más sentido. “Trato de ver el lado positivo y agradezco a Mabel que me buscó”, concluye.
“Yo le dije a Analía que él no era malo, no sé por qué habrá hecho lo que hizo” reflexiona Mabel, y ensaya una respuesta: “Calculo que fue para no perder a su familia”.
“Pensaba en ellos, en su madre. Según mi abuela, la mamá de ella sabía y por eso pidieron el traslado” explica Analía. “Supongo que para mi mamá fue una situación difícil también”, agrega Mabel.
Las respuestas a tantas preguntas no serán más que hipótesis. Rubén, viudo desde el año 2002, falleció y se aseguró de que nada se supiese hasta haberse ido. Mabel comparte ese sinsabor: “Me hubiese gustado que fuera otro el final si es que mi papá se animaba a contarme, pero bueno, ahora ya nos conoceremos con Analía porque tengo planeado ir”. Más allá de ser en cierto modo un final, el de la ardua búsqueda, también coincide en que es un nuevo comienzo. “La verdad, pensé que me iba a morir con la intriga, pero por suerte vi su rostro aunque sea por foto”, señala Analía, y se esperanza: “Por ahí en la otra vida tenemos la oportunidad de charlar”. La oportunidad de encontrarse con Mabel le despierta más sensaciones: “Es raro, no lo voy a negar” dice, pero espera ansiosa las visitas de su hermana y de su tía que también planea ir.
“Siempre consideré que el Programa debe servir a la gente en todos sus aspectos y esto, claro, me sorprendió” comenta José, el hacedor del encuentro. “Lo consideré difícil, pero como me conozco con todo el mundo, dije... 'Algo voy a lograr'”. José afirma que al programa lo hace “con entusiasmo y afecto”. Por lo que le dicen tiene mucha audiencia. “Y bueno, si sirve, está cumplido el objetivo”, remarca, y agrega: “Jamás me imaginé que podía pasar una cosa así”.
Después del encuentro virtual, Analía fue a la casa de su mamá para abrazarla y comenzar a buscarle un sentido a lo sucedido. “Mamá está contenta, no puede creer. Según le dijo a mi tía fue el día más feliz y al mismo tiempo el más triste por que él ya no existía”, refiere Analía. “Le mostré la foto de él que me mandó Mabel y me dijo que sí, que era Aranda”, comenta, y sonríe.
Solo queda esperar el encuentro cara a cara, el reconocimiento entre las hermanas que, para sumar confirmaciones, comparten muchos rasgos físicos y quizás también espirituales. Entre ambas intentarán pergeñar explicaciones a un pasado que no fue de lo más justo, pero sin perder de vista en el horizonte una nueva etapa de certezas y satisfacciones, las que da la fraternidad, el compartir en familia.
 
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Se publicó en el diario El Litoral el 13/03/2016 http://www.ellitoral.com.ar/404067/A-40-anos-de-distancia-dos-hermanas-se-conocieron-a-traves-de-internet-y-un-programa-de-radio-de-Alvear

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