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29 agosto 2010

SOÑAR QUE SE PUEDE

La estaba esperando sin esperarla. Solo para mirarla, y dejar de mirarla cuando me mirara. De pronto sale y se para a un costado de la puerta de la facultad. Yo la empecé a apreciar desde el otro lado de la calle. Esbelta, modesta con su metro ochenta que para nada la incomoda; libre. Cabellos castaño claro, ondulados, que caen hasta cubrirle los hombros. Anteojos rectangulares con un grueso marco negro le daban el último pincelazo a la obra de arte que significaba su rostro.
Ya la había visto antes, en la clase de informática. Y luego, en historia, hasta se acercó a mí para hablarme. No lo podía creer. Había acabado la clase, yo aún sentado en mi banco guardaba mi carpeta, cuando ella se cruza desde el otro lado del salón, apoya sus palmas en la tabla de mi pupitre y clava su mirada en la mía. Creo que mi rostro se desboronó y se rearmó mil veces en un suspiro aspirado, en un segundo. Y me habló. Movió sus labios a escasos veinte o veinticinco centímetros de mi timidez. Me dijo: "disculpame, ya nos habíamos visto en informática. ¿Sabés si tenemos clases de nuevo este jueves?". Por suerte reaccioné al instante, no se notó el asombro, creo. Alcancé a contestarle que no sabía, que creía que no. "Afuera en el pasillo están pegados los horarios" le dije inclusive.
Ahora lo pienso y me dan ganas de sepultar el cadáver de la caballerosidad que asesiné con esa respuesta. Pero ya está. Me agradeció y se fue. Se fue sonriendo, pero intuyo que siempre lo hace. Seguramente es feliz. Tan breve fue el cruce que quizás no alcanzó la categoría de "primera impresión". Eso espero.
Yo la seguí mirando sentado en el murito de la casa de enfrente a la facultad. Ella mira hacia ambos lados de la calle, y se decide a cruzar. Parece que se dirige hacia mí, qué hago. ¿La dejo de mirar? ¿Cuando termine de cruzar la calle quizás? Así si se da cuenta, piensa que la estoy cuidando. ¿Y si en realidad viene porque justamente la estoy mirando? Mejor apunto mis ojos al suelo un rato, como buscando algo. ¿Que es muy obvio de todas formas? Bueno, saco el celular entonces. Hago que leo un mensaje. Sí, eso está bien. Quizás ni siquiera viene hacia mí. Seguro que solo cruza la calle para saludar a alguien más, o porque quizás simplemente ese sea el camino a su casa. ¿Se estará yendo a su casa realmente? O se estará yendo a lo de alguien más. ¿No se estará yendo a lo de su novio, verdad? ¿Que tiene novio? Sí, seguro que sí. Es imposible que no tenga novio siendo lo que es. Y aunque no lo tuviera, ¿me serviría de algo? Jamás me atrevería a decirle algo interesante. ¿Qué soy para ella? Nada. No le puedo ofrecer nada, ni siquiera sé lo que le puede llegar a interesar. ¡Si ni siquiera sé su nombre! ¡Por qué no presté atención a su apellido cuando tomaron la asistencia! Mejor ni intentar, mejor no molestarla. Que no pierda su tiempo, seguro que alguien más digno ya la pretende y logrará seducirla.
Terminó de cruzar la calle. ¡Oh no! Realmente viene hacia mí. !Por qué! Ojala que salude a alguien que está a mis espaldas, como tantas veces me sucede. Dios mío... Se puso en frente mío.
- Hola, disculpá, ¿Sabrías decirme si ya están los apuntes de informática en la fotocopiadora?
Me vino a hacer otra consulta académica. ¡Que suerte! ¿Y qué le respondo? Creo que sí, que están las fotocopias. ¿Y si le respondo y se va, y no me da tiempo a recavarle más información? ¡Ya sé! Ya sé que decirle para averiguar algunas cosas.
- Ehmm... Creo que sí, que están. Mi novia me dijo que ya los sacó.
Es perfecto, le respondí algo que a ella le sirve, le fui útil, y a la vez tiré un anzuelo. Si ella cree que tengo novia, no creerá que estoy desesperado por ella y no se sentirá intimidada. Es más, le dará curiosidad y me preguntará instintivamente: ¿tenés novia? Será redundante pues me preguntará algo que ya le respondí. Su insistencia me demostrará que está interesada en mí, y eso la pondrá nerviosa, lo que me terminará de confirmar su interés. Entonces cuando me lo pregunte yo inmediatamente le voy a contestar que no, y le voy a preguntar a ella si tiene novio. Y en el fulgor de la pregunta y repregunta, de la entrevista rápida, ella no tendrá tiempo de meditarlo y me lo dirá sin rodeos. ¡Sí, es perfecto!
- Ah, bueno, las voy a sacar. Muchas gracias...
¡Mierda! ¡No funcionó! No me hizo la repregunta de que si yo tenía novia. Lo arruiné todo. Ahora cómo lo arreglo... Bueno, si soy sincero quizás logre conmoverla. Sí, la sinceridad puede lograr eso. Se dará cuenta de que soy débil, inexperto, pero honesto.
- Perdoná, antes de que te vayas. En realidad esperaba otra actitud de tu parte. Es que yo no tengo novia, nunca tuve. Te lo dije porque esperaba que vos me volvieras a preguntar si yo realmente tenía novia para responderte que no, y en seguida preguntarte a vos si tenés novio, ¿me entendés?
Soy un estúpido. El rey de los estúpidos. ¿Como pude decirle una sarta de idioteces como esas? Listo, ya me gané la corona de la humillación por el resto de la carrera de periodismo. ¿Qué hace? Se ríe... ¡Por supuesto! Cómo no se va a reír si acabo de decir la madre de todas las estupideces. Eso me pasa por creer en mis propias teorías. ¿¡Como pude ser tan imbécil para violar mi propio off the records!? Fue como si el puente entre la mente y la lengua se hubiera transformado en un teletransportador que no dio tiempo a repensar lo que pensaba.
- ¡Jaja!, ¡que gracioso que sos!
Un momento... Eso no fue burlón. Eso fue tierno. En serio le causó gracia. ¡Hasta parece que le gustó! ¿Y ahora? ¿Cómo sigo?
- Bueno, ¡gracias! Disculpame si te incomodé, es que a veces siento como que no tengo nada para hacer y me pongo a imaginar situaciones absurdas. Y de vez en cuando una de esas situaciones se me escapa del plano imaginario al plano real.
Me parece que complejicé demasiado el asunto. Y hablé demás otra vez. Va a creer que soy un loco.
- ¿En serio? Wee... ¡Qué loco!
Sí, yo sabía. ¡Dijo loco! Pero, ¿lo habrá dicho por la situación o por mí? O sea, ¿qué loco todo esto, o qué loco yo? Bueno, ¡no importa! No está enojada, sigue contenta, ¡y sigue acá!
- Sip... Me suele pasar. Pero al final, ¿tenés novio?
Bueno señoras y señores, esa misma piedra se ha de estar haciendo polvo de tantas veces que este humano la está golpeando. ¿Qué, no puedo evitar salir de un momento incómodo sin entrar en otro aún peor?
- Sí, si tengo.
¿Viste? Ya lo sabía yo... Desde antes de que cruce la calle. Lo sabía y sin necesidad de haber hecho todo este circo. ¡Me hubiera ahorrado toda esta vergüenza con sólo haberle dicho: "sí, están las fotocopias"! Ya no hay forma de acabar esto sin transformarme en el monumento andante a la payasada. Trataré de recuperar lo último de dignidad que me pueda merecer.
- Uhh... Perdón entonces...
Y sí, ¿que más le puedo decir? "Tomá, este es el número de unos matones, aquí te dejo cien pesos, por favor contratalos por mí así no te ensucias las manos vos al hacer justicia y extinguir este bagazo de persona que se encuentra ante vos. Es el último favor que te pido". No, tanto no le puedo exigir...
- Jaja... No hay problema.
Y no, qué problema va a haber. Ninguno. Si vos sos una chica normal, que puede tener todo lo que quiere con sólo salir y encararle a la vida. Si a vos la vergüenza ni te roza. No como a mí. Que estoy media hora parado afuera de la farmacia juntando fuerzas cada vez que me tengo que comprar una maquinita de afeitar. Por culpa de esta timidez absurda que me controla, y que cuando se le ocurre no mostrarse por un instante, le da paso a la desubicadez que ya habrás conocido, que me hace cometer una bestialidad nunca antes imaginada como la que acaba de pasar. Nooo, qué problema va a haber. ¡Por favor! Pero por lo menos tenés la grandeza de no martirizarme aún más, de tomártelo con humor y simpatía. Aunque seguro luego le estarás contando a tus miles de amigas y amigos sobre el papelón que se mandó este chico. Y está bien, estás en tu derecho, es lo que cualquier persona normal haría. Pero vos por lo menos ahora no te me burlás. Eso te lo agradezco. Y ya que te tengo confianza te lo digo todo.
- Bueno. La verdad es que esperaba a que me dijeras eso, pero estaba más preparado por si acaso me decías que no tenías novio. En ese caso pensaba preguntarte... No sé... Si saldrías a tomar algo, por ejemplo.
¿En serio le hubiera preguntado eso? ¿De donde saqué semejante cosa? A veces la mente y la lengua se comportan como dos órganos autónomos; una traiciona a la otra y viceversa, sólo para reírse del idiota que pone la cara.
- ¡Uhh! ¿En serio? ¡Me encantaría! Jaja... En realidad no tengo novio, te estaba cargando nomás, como lo hiciste vos, jajaja.
¿Peeerrrdón? ¿Y eso, qué significa? Se hizo la graciosa con migo. ¿Vieron? Yo sabía que era perfecta. Bella, sociable, estudia periodismo igual que yo, ¡Y buen sentido del humor! Definitivamente es demasiado para mí. Sí, demasiado, no me la merezco. Seguro que no. Pero, ¿y si me animo y desobedezco un poco a la lógica? ¿Y si voy un poquitito nomás en contra de las leyes universales? No creo que pase nada. Tan trágico no puede ser. No se acabará el mundo por un sólo chico introvertido que se animó a más. Bueno, aunque como va mi suerte... Quizás yo sea el culpable del fin del mundo. Pero qué estoy diciendo, ¿cómo puedo creer que tengo ese privilegio también? Bueno, me había dicho que no tenía novio, ¿o sea que la tendré que invitar? ¿Y ahora?
- ¡Jaj! Qué aparato que sos... Bueno, entonces, ¿saldrías a tomar algo?
- !Sí! Por supuesto... ¿Adonde querés ir?
- Y... Ni idea. Nunca hice esto, pero... No sé... Digamos, ¿a la peatonal? ¿Después de clases?
- Dale, me encantaría... Y vos, ¿cómo te llamás?
¡No lo puedo creer! ¡Está saliendo todo bien! Se parece mucho a alguna de esas tontas películas americanas de adolescentes, pero va todo bien.
- Ehmm, mi nombre es...
¡Momento! ¿Qué es ese ruido? ¿Una alarma?
- ¿Sí?
- Que mi nombre es...
Sí, parece una alarma, ¿pero por qué tan fuerte? ¿De donde viene? Pero si se parece a la alarma de mi despertador... ¡¿Mi despertador?! ¡No me digas que todo esto fue un...!
- Sueño...
Sí, me acabo de despertar. Estoy sentado en la cama, son las siete y media de la mañana, tengo facultad a las ocho.
¡Un sueño fue todo esto! El harakiri hecho con un cuchillo de broma. Ya me lo había dicho una vez mi amigo de la secundaria: "el poder de la mente es superior a todo, sueña que puedes y podrás". Si, ojala. Lástima que su teoría se comprobó cuando soñó que orinaba un árbol en el campo, y se despertó todo mojado. Soñó que pudo, y sin darse cuenta estaba pudiendo. Por lo menos mi sueño fue más digno. Más pulcro, mejor dicho.
Yo sabía que era demasiado bueno para ser verdad. Tendría que haber intuido que sólo mi inconciente sería capaz de imaginar una situación tan utópica. ¿Yo, invitando a una chica a tomar algo? ¿Donde se ha visto? Esto me pasa por querer salirme de mis cánones. Las cosas son como son, no soy Superman para andar cambiándolas a mi antojo. Al menos en el mundo real, en el imaginario no hay problema. Pero ahora me quedó la congoja de ese mundo imaginario. ¡Por qué tanta crueldad con migo mismo! Bueno... Es la vida que me tocó. Mejor bajo a desayunar así no llego tarde. Retomemos la rutina.
Listo, llegué ocho menos cinco, tengo tiempo de sentarme un rato en el pasillo hasta que entre la profesora de sociología. "Buen día, buen día", "¿todo bien? Sí, como siempre..." ¿Será que le cuento a mi amigo lo del sueño? No, mejor no. Se va a reír y además me voy a sentir incómodo si está al lado mío sabiéndolo cuando ella entre a la facultad.
Está entrando la profesora, vamos a clase. ¿No vino ella? Ahh, cierto, en sociología no la tengo de compañera. Bueno, igual no me serviría de nada verla hoy. Ni hoy ni ningún otro día.
Terminó la clase, es casi medio día. "Bueno chicos, nos vemos mañana". "¿Qué me vaya con ustedes a almorzar?", "No, así está bien, tengo que estudiar lo de Taller de Competencias. Gracias de igual forma, nos vemos mañana". Bueno, por lo menos tengo amigos. Tres o cuatro pero son fieles. Mejor me voy al departamento a ver qué almuerzo y agarro esos libros que no terminan nunca.
¿Eh? ¿Ya son las siete? ¡Me pasé toda la tarde leyendo! Le mando un mensaje a mi amigo a ver qué está haciendo, si no quiere salir un rato a la costanera. "Sí vení que no estoy haciendo nada". Listo, voy para allá, ya está anocheciendo, mejor llevo mi campera.
Un mensaje: "Esperame en el parque que ya paso por allí y vamos a la costanera". Bueno, justo ya estoy acá me siento un rato en ese banco y ya ha de llegar él.
Pero, esa que viene allí, ¿no es ella? Sí, parece que es ella, recién sale de la facultad. ¡Qué hermosa que es! Caminando así, sosteniendo sus libros a la altura del pecho con la mano derecha, y la izquierda que acompaña el ritmo de sus pasos, que escena perfecta. ¡Uy! Va a cruzar en frente de mí. No me va a ver, ya es de noche. ¡Me vio! ¡Y sonríe! Me va a decir algo...
- Adiooós...
¡Me saludó! ¡Existo para ella aún fuera del aula! Qué le respondo... Y sí, tengo que saludarla yo también. ¿Qué más?
- ¡Chau!
Sí, chau... Me despido... Si tan sólo supiera ella, lo bien que actuó dentro de mi mente. ¿Para qué la sigo mirando? Si se está yendo, y yo con estos ojos de perro hambriento. ¿Eh? ¿Quién chistó? ¡Ahh! Es mi amigo, del otro lado del parque. Ojala que no me haya visto mientras la miraba. "¡Ahí voy!"
- Qué hacés, ¿todo bien?
- Hola, sí, todo tranquilo...
- ¿Qué hiciste hoy? ¿Ningún chisme?
Y qué le puedo contar...
- No, no sé... No pasó nada, como siempre nomás.



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