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15 abril 2016


En sentido horario:
Hay tres llaves chiquitas. La menor era del candadito de un cofre donde guardaba mi plata, después se lo di a alguien que viajaba para que lo ponga en su valija; la mediana era del candado de mi casillero en la escuela, y la más grande era de un candado que le ponía en el cierre al maletín que llevaba a la escuela. Un día se rompió una argolla donde enganchaba la cinta morral del maletín y el candado pasó a suplir esa argolla.
Después hay un pendrive de 16 gb lleno de cachivaches, la llave del candado de la bici, un llavero de la comparsa de la que mi hermana fue reina. Un llavero de una escultura de Botero que me trajo un amigo desde Colombia y uno de la virgen que me regaló otro amigo en Itatí. Una flautita que compré en San Juan, una linternita, un broche para papel que uso cuando ando en bici para que la cadena no me muerda el pantalón. Al final, la llave de mi casa en Alvear, la del portón de la vecindad donde vivo y la del departamento, y una llave vieja de plástico que se rompió y la limé hasta convertirla en una hachita.
De todo. Y tu corazón con clave aLF4num3riCa.. Emoticono unsure

© 2016 DIEGO PETRUSZYNSKI

13 marzo 2016

Dos hermanas se encuentran por primera vez gracias a internet y a un programa de radio

Mabel Aranda tiene 45 años y hasta hace un tiempo atrás no imaginó descubrir que su hermano (de 49) y ella no fueron los únicos hijos de Rubén Aranda, fallecido en 2012, sino que había una tercera descendiente. A casi cuatro años de esa noticia, la búsqueda finalmente dio en el blanco. Gracias a las redes sociales y a un programa de radio, Mabel pudo encontrar a su hermana perdida, se vieron por primera vez a través de una videollamada, y ahora preparan el encuentro frente a frente.

Todo comenzó cuando una tía de Mabel, hermana de su padre, le reveló el gran secreto. Antes de partir, el hombre le contó a su hermana que había tenido una hija por fuera del matrimonio, que se llamaba Analía y que era de Corrientes. Desde que tenía dos años nunca más la volvió a ver.
Al momento de enterarse, Mabel no sabía si esta hermana era mayor o menor que ella, si el resto de la familia lo sabía, si había chances de que aún pudiera encontrarla. Decidida, comenzó la búsqueda sin más que un nombre, una postal y otro par de fotos antiguas.
A mediados de la década de los setenta Rubén, su esposa y sus dos hijos vivieron en Alvear, a 450 kilómetros de la capital correntina y en la frontera con Brasil. La familia es oriunda de Fontana, interior de Formosa -donde actualmente reside Mabel-, y Rubén era gendarme. Él ya había estado destinado antes en la zona, de hecho en Mabel nació en 1970 en Paso de los Libres, a 110 kilómetros del lugar.
Tiene recuerdos borrosos de esa época, como los de una pelea entre sus padres, el desdén de su hermano hacia su papá y posteriores reproches por esto el resto de su vida. Su tía le aportó detalles: la pareja llegó a separarse por un breve lapso, la mujer viajó a Buenos Aires y el marido fue a buscarla hasta que se reconciliación. Mabel nunca había tenido claro el motivo de ese episodio, hasta ahora.
“Papito, entre todas las cosas que puedo pedirle al niñito Dios, será que tú me quieras algún día y no me olvides nunca”, arranca la postal que guardó Rubén en el mayor de los hermetismos durante cuatro décadas. “Por sobre todas las cosas pediré por tu felicidad en esta Navidad y para que 1976 sea un año de progreso y muchas alegrías. Chau papito, te espero como siempre. Cariños de mis abuelitos, mamá y de tu hija que te adora de corazón. Analía”. Fechada en diciembre de 1975, la colección de recuerdos la completan tres fotos color, una de un bautismo y dos de una nena sonriente de unos dos años.
Analía Weber, ya de 40, revive el momento en que las incógnitas de toda su vida encontraron por fin un carril, y no puede evitar emocionarse. “Desde que tengo uso de razón sabía que se llamaba Rubén Aranda y que era gendarme, que me vio hasta los dos años aproximadamente. Siempre por Facebook lo buscaba pero no tenía más datos, ni siquiera una foto, sólo el nombre”, explica.
En 1975, los padres de Analía tuvieron una relación de la que ella es el fruto. Lo que la mamá de Analía no supo hasta más tarde fue que el gendarme era casado y ya tenía un casal de 5 y 9 años. Analía creció sin conocer a su padre. “No voy a mentir que muchas veces sentí bronca, si él sabía de mí por qué nunca me vino a ver” se confiesa. “No, no necesitaba su apellido o plata; su rostro, eso quería saber. ¿Quién era, cómo era?”.
Ella creció junto a su mamá y sus abuelos, quienes nunca le ocultaron la verdad. Su mamá jamás volvió a estar en pareja y su abuela fue uno de sus grandes pilares. “Ella siempre me decía su nombre y mi madre cuando empezó lo de Facebook me decía que lo busque, pero sin pruebas era difícil”, comenta.
Por el lado de Mabel la búsqueda comenzó errática, sin más datos que un nombre, un lugar y una fecha: “Alvear, 1975”. Su principal fuente fue internet, y las redes sociales. Dio con un grupo de compra y venta de Alvear en Facebook, se contactó con el administrador del grupo y le pidió permiso para difundir por allí su búsqueda. Este le derivó a un conocido vecino y conductor radial del pueblo, José Sosa. Apenas Mabel lo contactó, José tomó el caso con especial compromiso. Su programa “Campamento Aguapey” se emite hace quince años por LT21 Radio Municipal Alvear, los sábados a la mañana. José decidió investigar discretamente durante la semana, preguntando aquí y allá, tratando de atar cabos con los pocos datos que Mabel le había dado. Ya el sábado y con un par de posibles indicios, contó sin muchos pormenores la historia buscando algún oyente que se haga eco y aporte más. Obtuvo lo que esperaba: “Hablá con esta señora, esa es su historia”, le dijeron. Y efectivamente, José fue a hablar con la mamá de Analía quien corroboró el relato de inmediato.
Esa tarde Analía se apresuró a la casa de José, ya avisada por su madre, para oír de primera mano lo que había esperado años. Enseguida él arregló una videollamada vía Facebook con Mabel, a más de 750 kilómetros y 40 años de distancia, y fue testigo del encuentro. “Fue muy fuerte, por supuesto yo también me emocioné; se saludaron, pero luego comenzaron a llorar las dos”, recuerda.
Mabel describe a Rubén como un padre cariñoso, muy presente. “Siempre quiso lo mejor para nosotros”, cuenta, y también que era muy estricto en cuanto a la educación. “Creo que ser militar lo hacía ser así, y era muy honesto”, agrega. “Creo que mi papá tuvo miedo a mi rechazo o que me enoje con él” reflexiona cuando es consultada sobre por qué nunca le habría tocado el tema.
“¿Porqué nunca me vino a ver?” se pregunta de nuevo, como desde que tiene memoria, Analía. “Son muchos los porqué, ¿una vez en la vida, por qué no me buscó?” repite entre la congoja y también la satisfacción de que, en definitiva, es un capítulo de su vida que comenzará a tener más sentido. “Trato de ver el lado positivo y agradezco a Mabel que me buscó”, concluye.
“Yo le dije a Analía que él no era malo, no sé por qué habrá hecho lo que hizo” reflexiona Mabel, y ensaya una respuesta: “Calculo que fue para no perder a su familia”.
“Pensaba en ellos, en su madre. Según mi abuela, la mamá de ella sabía y por eso pidieron el traslado” explica Analía. “Supongo que para mi mamá fue una situación difícil también”, agrega Mabel.
Las respuestas a tantas preguntas no serán más que hipótesis. Rubén, viudo desde el año 2002, falleció y se aseguró de que nada se supiese hasta haberse ido. Mabel comparte ese sinsabor: “Me hubiese gustado que fuera otro el final si es que mi papá se animaba a contarme, pero bueno, ahora ya nos conoceremos con Analía porque tengo planeado ir”. Más allá de ser en cierto modo un final, el de la ardua búsqueda, también coincide en que es un nuevo comienzo. “La verdad, pensé que me iba a morir con la intriga, pero por suerte vi su rostro aunque sea por foto”, señala Analía, y se esperanza: “Por ahí en la otra vida tenemos la oportunidad de charlar”. La oportunidad de encontrarse con Mabel le despierta más sensaciones: “Es raro, no lo voy a negar” dice, pero espera ansiosa las visitas de su hermana y de su tía que también planea ir.
“Siempre consideré que el Programa debe servir a la gente en todos sus aspectos y esto, claro, me sorprendió” comenta José, el hacedor del encuentro. “Lo consideré difícil, pero como me conozco con todo el mundo, dije... 'Algo voy a lograr'”. José afirma que al programa lo hace “con entusiasmo y afecto”. Por lo que le dicen tiene mucha audiencia. “Y bueno, si sirve, está cumplido el objetivo”, remarca, y agrega: “Jamás me imaginé que podía pasar una cosa así”.
Después del encuentro virtual, Analía fue a la casa de su mamá para abrazarla y comenzar a buscarle un sentido a lo sucedido. “Mamá está contenta, no puede creer. Según le dijo a mi tía fue el día más feliz y al mismo tiempo el más triste por que él ya no existía”, refiere Analía. “Le mostré la foto de él que me mandó Mabel y me dijo que sí, que era Aranda”, comenta, y sonríe.
Solo queda esperar el encuentro cara a cara, el reconocimiento entre las hermanas que, para sumar confirmaciones, comparten muchos rasgos físicos y quizás también espirituales. Entre ambas intentarán pergeñar explicaciones a un pasado que no fue de lo más justo, pero sin perder de vista en el horizonte una nueva etapa de certezas y satisfacciones, las que da la fraternidad, el compartir en familia.
 
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Se publicó en el diario El Litoral el 13/03/2016 http://www.ellitoral.com.ar/404067/A-40-anos-de-distancia-dos-hermanas-se-conocieron-a-traves-de-internet-y-un-programa-de-radio-de-Alvear

© 2016 DIEGO PETRUSZYNSKI

04 octubre 2015

Alienado

Él es don Francisco, vive en mi calle. Don Francisco tiene 64 años, y un físico de hierro. Es una persona amable, de las más amables que uno pueda conocer. Hasta ahora, nunca he visto a don Francisco con el torso cubierto, él lo prefiere así. “Me gustan el invierno y el otoño -confiesa-, el verano es agobiante”. 
Don Francisco tiene un hogar y una familia que lo cuida y lo quiere y, por supuesto, don Francisco tiene muchos amigos y conocidos en la cuadra y en todo el bajo de la calle Pellegrini, en el barrio La Rozada. 
Él saluda a todo el que pasa, ya sea a pie, en moto o en auto, y creo que todos le devuelven el saludo también porque... cómo no hacerlo. Don Francisco trabaja: se lo puede ver generalmente con una pila de diarios, revistas y folletos en los brazos -no actuales, eso sí- y los ofrece al pasar. No los vocea, don Francisco los ofrece amablemente a cada uno que pasa. “Las revistas y los folletos cobro seis pesos -comenta-, y los diarios también”. En esto no estoy seguro de creerle a don Francisco, pues aún nunca he visto cobrándole a alguien. 
Es muy agradable conversar con don Francisco, es una persona atenta y al tanto de lo que pasa, y no tiene reparos en compartir su tiempo. Don Francisco, acá entre nos, está un poco alienado. La alienación es eso que se tiene cuando uno no está en sus cabales o, mejor dicho, cuando no está en los cabales en que los otros esperan que uno esté. Es que don Francisco sonríe siempre, le sonríe a todos, saluda a todos, es amable y buena gente. Y eso, hoy en día, no es muy normal que digamos.



2014-03-10



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Ser o estar

Don Francisco es un hombre de mi barrio. Don Francisco está alienado, y su ocupación es saludar amablemente a todos los que pasan y vender diarios y revistas viejas, en ese orden.
Por más que el verano sea, en sus palabras, “agobiante”, y el otoño y el invierno sus estaciones preferidas, no por alienado don Francisco hace la locura de posar bajo la lluvia un día como hoy. Compartimos eso, ambos esperamos a que escampe para salir a la vereda. Camino a lo de un amigo me lo acabo de cruzar, él con su típico y único atuendo: un short viejo.
Al pisar ya su cuadra, lo veo agacharse sobre una caja llena de diarios en el borde del cordón cuneta. El viejo short de don Francisco tiene un tajo desde la cintura hasta la entrepierna, con una nalga entera expuesta a la húmeda brisa siestera. Me acerco y lo saludo, enseguida me ofrece diarios o revistas y, como es habitual, le agradezco con un no.
- Don Francisco, fíjese, tiene roto el pantalón atrás- le advierto.
- No joven, está sano-, me responde convencido, con la palma hacia mi rostro y el índice apuntando al cielo.
Uno debe saber cuándo. O dónde, o con quién. No era ese el momento, ni el lugar, ni don Francisco la persona con quién debatir sobre qué es estar sano y qué no.
¿Será la evidencia prueba suficiente para refutar un convencimiento que, en definitiva, no daña a nadie? A don Francisco le gusta el frío. Don Francisco elige en qué creer y en qué importarse; quién pudiera. 
Alienado quién, me pregunto.
- Ahh, ok. Bueno, que ande bien.
- ¡Igualmente joven!
Y siguió rebuscando en su caja.



2015-03-28



© 2015 DIEGO PETRUSZYNSKI

16 mayo 2015

Un cruce de miradas sostenido sin temores,
Un par de manos tomadas que aprisionen un sueño,
Un beso en la frente que acaricie la razón,
Un abrazo tan apretado que entibie el alma.-

Un chau

© 2015 DIEGO PETRUSZYNSKI

07 abril 2015

Situación: Fin de semana, amanece, saliste vestida de fiesta; ahora estás sentada en la playa, con los pies apenas enterrados en la arena todavía un poco tibia, de frente al río que golpea y salpica su olor en la costa. Los pajaritos empiezan a invadir la luz tenue en el horizonte. Cerrás los ojos. Por la derecha te acaricia apenas una brisa que trae el murmullo lejano de la ciudad adormilada. Respirás hondo (respiras)... Otra vez. Abrís los ojos: ¿Dónde dejaste la Tarjebus?

05 abril 2015

Otoño


Murmuran las gotas su humor replicado en el techo, las hojas, los charcos del suelo. Tras la cortina clara, la ventana humedecida borronea el frío verde de afuera, condenado ya por el cambio de estación. Llueve cancinamente. ¿Qué habrá pasado con los pitogüé que tenían su nido acá cerca? ¿Por qué no cantan, no hacen gárgaras siquiera? Tanto habrán crecido... Tiembla un trueno bobo, perdido en las postrimerías de la tormenta que fue hace horas, que ahora es lluvia mansa. ¿Qué será de la vida de aquel carrero que estaba anoche en esa esquina cuando el último colectivo pasó por ahi, y la llovizna seguramente ya le traspasaba el viejo pullover? La lluvia se vuelve un poco más fuerte. La gata, que percibió cierta lucidez en las cejas que temblaron por la reflexión, se acerca con refriegos por afuera de la colcha. ¿Qué será de esa antigua casona roída por el abandono, que hasta ayer parecía derrumbarse de un todo? ¿Qué habrá sido en esta noche de lluvia insensible, que solo sabe de golpear y no pide permiso? El ruido sube, más copioso ahora. Un auto se escucha furtivo por la calle encharcada. Otro trueno acompaña al primero, y un tercero se cuela enseguida, más cerca. Tres son multitud, y renuevan la condición; afuera las gotas hacen burbujas en los charcos, anuncian agua para rato. ¿Qué será de aquel amor, que solo unas semanas atrás se despedía con el verano? ¿Lloverán en su mente reflexiones tormentosas por estas horas, o se hundirá en la almohada en otro sueño inducido pero despreocupado, como una novela rosa? La gata ronronea sobre los pies al borde de la cama, se enrolla y aprieta los ojos. Ya se desaguó medio domingo y la pachorra no se gasta.


© 2015 DIEGO PETRUSZYNSKI

05 marzo 2015

Agente "L"

MANTO DE CERTEZA
Develado el misterio del Lobizón de Alvear: se 
trata de un agente de la nueva Secretaría de Seguridad


El abominable y legendario ser que habría estado haciendo apariciones en las últimas semanas por distintos barrios de la ciudad, sería en realidad un agente de la nueva Secretaría de Seguridad aprobada por el Concejo Deliberante en enero pasado.
Mucho se especulaba sobre si el intendente Omar Barros (ELI - Encuentro Liberal) había promulgado o no la ordenanza que creaba la nueva secretaría. Aparentemente ya lo habría hecho y el agente “L”, como se lo conoce internamente, es parte de la nueva estrategia de combate al crímen en la ciudad.
“Vista la experiencia positiva que se desarrolla desde siempre, ahora institucionalizada, con los funcionarios equinos que mantienen el césped cortado de las veredas, en reunión de gabinete se nos ocurrió recurrir a nuestro folklore y nuestras leyendas en busca de alternativas, y así surgió lo del lobizón patrullador”, explicó un alto funcionario municipal.
“Por supuesto, todavía está en período de prueba y con contrato provisorio, pero no se descarta su pase a planta si todo va bien en los próximos 7 u 8 años”, precisó.
Según destacan, hasta el momento la experiencia viene rindiendo buenos resultados. “Se bajaron los índices de vagancia por las noches, ya casi no se ve gurisada buscando wifi con las netbooks ni fumando porro en los barrios”, explicó el funcionario. “Es una política proactiva en materia de seguridad, siempre es mejor cagarlos en las patas que pedirles por favor que se porten bien”, agregó.

COORDINAR INTELIGENCIA
La Secretaría de Seguridad, tal como lo plantearan los concejales, pretende coordinar las tareas de inteligencia entre el municipio y las distintas fuerzas. Aparentemente, todavía queda por trabajar ese punto ya que desde la Comisaría local denunciaron falta de conocimiento acerca de este nuevo plan de acción que encaró la gestión Barros-Storti.
“No entendíamos nada. Los vecinos nos llamaban a la noche para que vayamos a recorrer tal o cual barrio donde se encontraba el 'bicho' rondando”, se quejó un cabo. “El otro día nos cortaron una película que estábamos mirando en Tela Quente, una bronca...” ejemplificó otro.
La división de Policía Científica ya se encontraba incluso en trámites de averiguaciones para dar con la identidad del ser. “El comisario inspector consultaba a cada rato con la vidente de guardia pero no le daban mayores datos. Mucho desconcierto”, comentó un uniformado.
La única hipótesis segura que barajaban era que no se trataría de ningún comparsero, ya que al momento de sacarle fotos “no posaba”.
Conocida la noticia de que se trataría de un empleado municipal y que la situación está bajo control, respiran con alivio los agentes del orden. “Es una buena noticia, saber que la comunidad está cuidada. Eso nos reconforta porque también nos aliviana el trabajo”, destacó un oficial. “Ahora podemos volver a comer asados tranquilos en el PRI sin que tengamos que salir disparando cada vez que la gente llama”, se explayó.

POLÍTICA SOSTENIDA
Desde el municipio piden a la población mantenerse informada y que trata de no atacar al agente “L” para evitar daños mayores. “El es así, merodea, pispea alguna que otra ventana, pero en general es tranquilo”, señaló un funcionario municipal. “Dimos en el clavo con esta persona, era la vueltita de rosca que hacía falta”, se jactó, sacando pecho.
En base a esta experiencia, ya planean desde Centenario al 500 comenzar a incorporar a más seres mitológicos y de la cultura popular a la función pública. Por ejemplo, desde la Secretaría de Obras Públicas ya están en tratativas con el “Miñocón”, a quien harían responsable del zanjeo de cunetas, y en la Secretaría de Cultura se entusiasman con sumar al “Negrito Pastorero” a su equipo para ver si les ayuda a encontrar alguna idea de vez en cuando.

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AMPLIAREMOS.-

© 2015 DIEGO PETRUSZYNSKI

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