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08 enero 2014

La dicotomía entre asumirse y que te asuman..

Dicen los que hablan, que en cierta oficina de un funcionario elegido por el pueblo, ocurrió una confusión. El funcionario, que luego de cuatro años de fungir como secretario de primera línea fue adjudicado, digitocracia popular mediante, con la misión de desempañar el más alto cargo del pueblo. Su gran elector, mentor, ascendido a legislador, lo sigue asesorando. He aquí, que cierta vecina del pueblo acudió al ahora funcionario electo, heredero, a gestionar unos trámites dadivosos, como es común en los pueblos donde el esfuerzo y las oportunidades de ejercerlo escasean. Resulta que el funcionario, muy atento y condescendiente, escuchó la perorata de la vecina entusiasmado; voluntad que se juega, voluntad que se puede ganar. Pero la respuesta del funcionario desconcertó a la necesitada vecina: "Ahora cuando venga él, le voy a decir", "Cuando él venga lo vamos a solucionar", "Él no va a tener ningún problema, yo mismo le voy a hablar", siempre en referencia a su mentor, que ya no ejerce más la función que ejercía, sino otra, de otro rango y de otras atribuciones. La secretaria privada del funcionario, ese que antes era secretario del gabinete del que ahora es legislador, escuchaba apavorada el intercambio desde el pasillo del despacho. Cuando la vecina se retiró, un tanto confundida, después de la despedida amable y la promesa de gestión, la secretaria del exsecretario, actual funcionario, entró al despacho. La sonrisa estampada del funcionario, de oreja a oreja -gran sonrisa, por cierto- se enturbió cuando la secretaria se acercó y con discreción le recordó: "Vos sos ahora, no él". Sin querer poner en duda la animalidad política -siendo 'animal político' una expresión común hoy en día para referirse a los políticos de tesón y experiencia- del novel funcionario, el suceso lo lleva a uno a preguntarse: ¿qué lleva al pueblo a hacer asumir a alguien que no se asume a sí mismo? Aunque, para no hacer de un charco un lago, el furcio quizás fue solo parte de los gajes de un novato que esperaba dientes y ligó pan. Dicen, los que hablan, deportistas del trascendido.

© 2013 DIEGO PETRUSZYNSKI

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