De un lado a otro...
Un viaje es siempre
una aventura. Se puede dar de distintas formas, por distintos medios, ya sea
por tierra, agua o aire, y cada uno tiene sus particularidades. El paisaje se ve
de otra forma, no solo porque el camino sea distinto sino porque el espectador
tiene otras formas de percibirlo. Las sutilezas del mareo, el movimiento, el
“traqueteo” no se comparan entre el andar cansino de un bote que va plancheando
el agua, el crepitar de las ruedas sobre el pedregullo en un duro carro o el
zumbido de las alas cortando nubes en un aeroplano, aunque todos ellos se usen
para atravesar una misma distancia.
Según las
características de las regiones, la cultura, las posibilidades, la época,
algunas formas de viajar pueden ser más comunes que otras. En un pueblo de
frontera, por ejemplo, un río que para un geólogo puede significar solo un
accidente geográfico, para un sociólogo una barrera cultural, para la gente
común, que va y viene, el río no es obstáculo sino nexo. El río brinda calma
entre el barullo de los motores y el palabrerío cruzado, cruzado de idiomas. El
río es espejo borroso que invita a la reflexión a la vez que peligro latente
que obliga a la prudencia.
Entre Alvear e
Itaquí, en el interior de Corrientes y de Rio Grande do Sul respectivamente,
cruzar de un lado a otro, a pesar de haberse vuelto menos cotidiano que antes,
sigue siendo una de esas tantas aventuras diarias que caracterizan la vida de
un pueblo. Ya sea en lancha o en balsa, argentinas o brasileñas, el paseo
siempre es diferente, porque nunca un día es igual a otro, el paisaje varía, el
río cambia sus humores al igual que los lancheros, y la gente, la gente siempre
tiene nuevas historias, quejas, halagos y experiencias por contar y por vivir.
Del lado
argentino, muellecito enclenque; subir con cautela.
Seu
Moacir, el propietario de la lancha, revisa los boletos.
El salto con
la soga en mano, para luego amarrar la embarcación. El puentecito tiene
barandas imaginarias.
Un pasero
carga con dos docenas de cervezas traídas desde Argentina. Ambos, edificio
(aduana) y hombre, se ignoran mutuamente y todo sigue su curso.
Lo más común
de aquí puede ser lo más exótico de allá, y viceversa: un puesto callejero
vende productos argentinos en Brasil.
* Álbum en Facebook: http://www.facebook.com/media/set/?set=a.3244119735405.2130601.1039227302&type=1¬if_t=photo_album_comment
Quetul... ¿Y de nuestro lado? Yuyal.. :)
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